viernes, 22 de marzo de 2013

Diógenes

A lo largo de mi vida, mi cabeza ha ido guardándolo casi todo, recuerdos, colores, momentos, sabores, nostalgias, personas, canciones, una para cada momento, letras y números, nombres, animales, personas,montañas, mares y olas, encuentros y despedidas, piedras,cristales, maderas, casas, calles, parques... como una urraca, escondía pedacitos de todo en lugares de mi cabeza y ellos solos se conectaban unos con otros a través de las neuronas formando una especie de sueño-pesadilla a la que llaman vida. Pero es la vida de una para adentro, no la vida que los demás ven, es aquella que te hace actuar como actúas, es el lugar donde se alimentan esos miedos ya vividos a los que terminas dando forma una vez más para que se manifiesten y una vez manifestados los almacenas junto con el resto de sus semejantes.
También en mi cabeza habitan los buenos momentos, aquellos que me sacan sonrisas cuando los encuentro detrás de algún olor o alguna canción, o del recuerdo de otra sonrisa.
Y viven ahí dentro los dolores y los rencores como un corazón latente del que algunas veces me olvido, he descubierto que cuanta mas atención prestas a las cosas en esta caja loca de momentos, más avivas a sus habitantes, así que hay que pisar con cuidado y prestando mucha atención a donde miras.
Mi cabeza de ha convertido en un almacén de cosas, en su mayoría inservibles, pero de las que por alguna razón no consigo desprenderme, como un síndrome de diógenes caótico.
Cuando ya no esté aquí, ¿dónde irá a parar tanta basura acumulada?, ¿dónde irán mis sueños? ¿y mis pesadillas? ¿y los sabores. las calles, las personas y los animales?. Tal vez queden aquí flotando , en un universo paralelo esperando que alguien a modo de antena consiga contactar con ellos dejándola tal vez la sensación de haber vivido algo de otra persona, como algunas veces me ha pasado a mi. O tal vez muera conmigo y por fin quede la mente limpia de todo aquello que ya no vale, y por lo tanto... en paz.

lunes, 18 de marzo de 2013

Dormidos


En una estúpida huida hacia adelante cogí el camino erróneo, el camino del círculo.
Salí a buscar más de lo que ya había encontrado.
Mientra camino sola solo veo espaldas y personas con bocas pero sin manos.
Es esto un extraño mundo de pesadillas donde solo muere el que despierta, mientras que el dormido sueña sueños, el despierto muere la vida.
Oigo montones de ruidos a mi alrededor, ruido generado por estatuas de piedra blanca, de gestos congelados, inmóviles, inertes.
Sonrío a las estatuas, hablo con ellas, bailo con ellas, mientras los árboles se agitan de lado a lado al compas de la música de los coches.
Solo espero para los que amo que la noche les pille dormidos.

lunes, 11 de marzo de 2013

Esperar


Cansancio, ¿es la palabra cansancio?, tal vez sea desilusión la palabra mas adecuada ,si.
Una se cansa de esperar pero a la larga de esperar una termina desilusionándose.
Al principio la impaciencia, la esperanza. Luego poco a poco el disgusto y la noche, el sentimiento de ridículo profundo de no saber muy bien a que juego pertenece y que pieza es.
El primer dolor es bestial, insoportable, como una pérdida de muerte.
El segundo dolor es de llanto, de sospechas, de preguntas.
El tercer dolor es el despertar, con los dos primeros dolores chorreando en sus ojos como sangre que nunca volverá a su corazón y a alimentar su cuerpo con su veneno.
El cuarto dolor es el dolor de la certeza y el paso previo a levantar los muros. En este dolor ya no existen las casualidades, ni las medias mentiras ni las medias verdades.
Una divisa un corazón que huye sin aviso o tal vez un corazón mentiroso que se aleja y mientras lo contempla alejándose se pregunta si fue aquel mismo corazón al que amaba tanto o tal vez todo había sido una ilusión, por lo general el tiempo nos certifica lo segundo, los reflejos y las ilusiones.
Una vez que el muro se ha levantado ningún dolor tiene ya sentido, ese es el momento en el que se deja de esperar y se empieza a actuar y es en sí un gran acto de amor propio.