lunes, 28 de diciembre de 2009
lunes, 21 de diciembre de 2009
viernes, 11 de diciembre de 2009
Siento
Siento que el suelo se abre bajo mis pies,
estos pies que caminan perdidos,
a veces buscando...otras huyendo,
huyendo herido,
¿de qué?, de todo.
El suelo sigue abriéndose
pronto no tendré ya donde posar mis temores,
donde emprender mis caminos,
donde construir canciones,
donde colocar mis dudas.
se va tragando nuestros nombres
nuestros sentimentos,
nuestras historias
y los momentos,
ahora me toca a mi, ¿donde está el fondo?
Ya no es como antes,
como cuando me hablabas desde dentro
cuando todavía no eras yo,
cuando enrarecías los momentos
y todo se convertía en magia.
No, ya no quiero esa magia,
solo quiero encontrar esa parte de mí
la que no eres tu
y aprender a vivir
cada día
sin tener que morir cada segundo.
ED-C
viernes, 4 de diciembre de 2009
miércoles, 18 de noviembre de 2009
La Loba
“Hay una vieja que vive en un escondrijo del alma que todos conocen pero muy pocos han visto. Como en los cuentos de hadas de la Europa del este, la vieja espera que los que se han extraviados, los caminantes y los buscadores acudan a verla.
Es circunspecta, a menudo peluda y siempre gorda, y, por encima de todo desea evitar cualquier clase de compañía. Cacarea como las gallinas, canta como las aves y por regla general emite más sonidos animales que humanos.”…
…Se la conoce con distintos nombres: La huesera, la trapera y la loba.
La única tarea de la loba consiste en recoger huesos. Recoge y conserva sobre todo lo que está en peligro de perderse. Su cueva está llena de huesos de todas las criaturas del desierto: venados, serpientes de cascabel, cuervos. Pero su especialidad son los lobos.
Se arrastra, trepa y recorre las montañas y los arroyos en busca de huesos de lobos y, cuando ha juntado un esqueleto entero, cuando el último hueso está en su sitio y tiene ante sus ojos la hermosa escultura blanca de la criatura, se sienta junto a al fuego y piensa qué canción va a cantar.
Cuando ya lo ha decidido, se sitúa al lado de la criatura, levanta los brazos sobre ella y se pone a cantar. Entonces los huesos de las costillas y los huesos de las patas del lobo se cubren de carne y a la criatura le crece el pelo. La loba canta un poco más y la criatura cobra vida y su fuerte y peluda cola se curva hacia arriba.
La loba sigue cantando y la criatura lobuna empieza a respirar.
La loba canta con tal intensidad que el suelo del desierto se estremece y, mientras ella canta, el lobo abre los ojos, pega un brinco y escapa corriendo cañón abajo.
En algún momento de su carrera, debido a la velocidad o al chapoteo en el agua del arroyo que está cruzando, a un rayo de sol o a un rayo de luna que le ilumina directamente el costado, el lobo se transforma de repente en una mujer que corre libremente hacia el horizonte, riéndose a carcajadas.
Recuerda que, si te adentras en el desierto y está a punto de ponerse el sol y quizá te has extraviado un poquito y te sientes cansada, estás de suerte, pues bien pudiera ser que le cayeras en gracia a la loba y ella te enseñara una cosa… una cosa del alma.
Mujeres que corren con los lobos
Clarissa Pinkola Estés
sábado, 14 de noviembre de 2009
Recordar
¿Hay algo más desazonador que tratar de ser quien eres y no te dejen?
¿Que tengas que tragarte sus torcidas leyes, sus perversos principios?
¿Que tengas que encajar en su patrón, vivir su realidad, trabajar para ella?
¿Qué disparen cuando tratas de abrir tus alas?
¿Qué la única verdad sean sus malintencionadas mentiras?
Pues si lo hay
Lo más desazonador es que te lo has creído y has olvidado quién eres, cuáles son tus reales leyes, tus principios
Que has encajado en su patrón olvidando el tuyo y has adoptado su realidad como única verdad, porque es obvio que las personas no tenemos alas.
Has olvidado todo… y todavía nos preguntamos por qué este mundo es tan injusto
miércoles, 4 de noviembre de 2009
jueves, 8 de octubre de 2009
viernes, 25 de septiembre de 2009
martes, 22 de septiembre de 2009
La que sabe
La que Sabe lo sabe todo acerca de las mujeres y ha creado a las mujeres a partir de una arruga de la planta de su divino pie: por eso las mujeres son criaturas que saben, pues están hechas esencialmente con la piel de la planta del pie que lo percibe todo.
Ella es la esencia salvaje que habita en la naturaleza.
Cualquiera sea su nombre, ella encierra en sí el pasado personal y el antiguo, pues ha sobrevivido generación tras generación y es más vieja que el tiempo.
La vieja, La Que Sabe, está dentro de nosotras. Prospera en la más profunda psique de las mujeres, en el antiguo y vital Yo Salvaje. Su lugar es aquel lugar del tiempo en el que se juntan el espíritu de las mujeres y el espíritu de La Loba, el lugar donde se mezclan la mente y el instinto, el lugar donde la vida profunda de una mujer es el fundamento de su vida corriente... es el lugar donde se besan el Yo y el Tú, el lugar donde las mujeres corren espiritualmente con los lobos”.
Clarissa Pinkola Estés.
“Mujeres que Corren con los Lobos”.
lunes, 24 de agosto de 2009
martes, 11 de agosto de 2009
martes, 21 de julio de 2009
sábado, 6 de junio de 2009
martes, 12 de mayo de 2009
martes, 21 de abril de 2009
martes, 7 de abril de 2009
Carta a un amigo
Martes 7 abril 1:10 am
Miro al espejo y no veo nada.
¿Te acuerdas de mí?, claro, pero permaneces mudo, aunque algunas veces me armo de valor y consigo hablarte, permaneces mudo, y entonces imagino que como siempre, estás cuidando de mí y por eso no contestas.
Desde que me fui han pasado muchas cosas, pero imagino que tu ya lo sabes.
Ya lo ves, tantos años lejos para regresar, aunque despacito, otra vez a casa y ya de lejos veo que no es la misma, ha cambiado, yo también he cambiado.
Al final descubro lo que tantas veces se repite, odio que los tópicos sean reales, pero en muchos casos es así y no puedo evitarlo, por más que luche contra ello, no puedo evitarlo.
El tiempo siempre ha sido antes, durante y después y contra eso nadie puede luchar en esta vida.
Durante un tiempo, unos años, traté de hacer que siempre fuera ayer, siempre, y el otoño conseguía que así lo sintiera y la navidad también.
Un día, casi sin darme cuenta, me encontré atrapada en un presente inmóvil tratando de luchar por un futuro que nunca llegó, que nunca fue presente, incluso hoy su recuerdo huele a pasado.
Canta el poeta que “no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca, jamás, sucedió” ¡qué cierto!
Solo una vez conseguí que siempre fuera hoy, quería demostrar al mundo que había una posibilidad de saltarse esta medida absurda a la que llamamos tiempo pero solo conseguí que lo tacharan de locura y me ofrecieran esa medicina que todo lo cura, la que nos hace tontos, la que mantiene atados al rebaño de esta vida de unos pocos, para satisfacción del buen pastor, que miserables estos perros que trabajan a su servicio y piensan que el mejor amigo del hombre es el hombre, no se dan cuenta de su condición, no son capaces de mirarse al espejo por no descubrir que son solo eso, los perros guardianes, ni amigos ni ostias, solo guardianes del rebaño. Pero peor aun son aquellas ovejas que se creen los perros, con el fin de acercarse al pastor… qué decir.
Contigo todo era más fácil, cuando era niña y todo era posible.
Querían hacerme creer que había ángeles en el cielo que descendían de las nubes para cuidarnos y al mismo tiempo negaban tu existencia, hipócritas, nunca tuve la sensación ni la demostración de que tales seres existieran fuera de sus cabezas y sin embargo nadie ponía en duda su existencia, en cambio, a ti te temían y te negaban con miedo, a mi ángel guardián.
Siempre me fue mejor cuando te hice caso a ti que a ellos, y aun así, mostrándote delante de ellos, cuando decías estoy aquí, mírame, incluso entonces, cuando acelerabas sus pulsos con tus verdades, que a veces eran como espinas, y practicabas “tu justicia”, aun después de reconocerte, te negaban.
Hasta que un día, definitivamente, tras verme en ti, te negué yo y me negué también a mí.
Hace mucho tiempo que no hablamos, lo sé, y bien sabemos los dos que es esa hora de la que me hablabas.
He hecho más amigos, diferentes, pero sé que permaneces ahí, callado, que sigues protegiéndome y no hace falta que me repitas lo que en el fondo siempre he sabido, ni que me riñas, como hacías de vez en cuando al comprobar mi tozudez.
Solamente quería darte las gracias