lunes, 16 de septiembre de 2013

Abrió un momento la ventana para descongestionar el ambiente cargado de la habitación.
Entonces le atizó en la cara ese olor alegre a noches de verano, y por un momento su mente se perdió tiempo atrás, en lunas rojizas naciendo del asfalto, al fondo de la calle. Horizonte demasiado lejos del mar, las cosas que tiene nacer y criarse tierra adentro.
El aire soplaba igual de cálido que entonces y al ser ya madrugada, ningún coche rompía el silencio y la ensoñación.
Permaneció así un buen rato, con los ojos cerrados y disfrutando de esa sensación de conexión y compañía invisible que había sentido a lo largo de su vida en ciertos momentos.
Disfrutó el instante, que bien pudieron ser minutos u horas, tampoco importaba.
En ese momento todo fluía perfectamente, el aire, los pensamientos ... nada quedaba estancado, todo podía ser vivido y disfrutado sin dolor.

El ladrido de un perro le trajo de nuevo al mundo real. ¿qué hora era?, Tarde, como siempre, otra noche en vela, como cuando veía aparecer la luna en su niñez y horas más tarde el cielo empezaba a clarear dando paso al sol...

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