miércoles, 25 de abril de 2018
Uno se siente solo
Uno se siente jodido cuando ve que camina realmente solo.
No me refiero a esa soledad en la que está perdido, sin rumbo, una bala perdida,no es esa soledad egoísta y simple.
Uno se siente solo cuando se ve acompañado únicamente de su sombra y su propio reflejo en el espejo.
Resulta que la sombra se alarga tanto que consigue tapar la imagen que una vez vio en el espejo, ¿vio la imagen o la imaginó? eso depende de la altura de su sombra.
Uno camina solo cuando ve que habla solo, cuando todo el mundo ve que habla solo, cuando el mundo bosteza al ver que habla... solo... cuando el miedo se alimenta de estos mismos pensamientos, cuando ve alimentar su valentía a base de alimentar el criterio de otros renunciando a los propios. Uno se siente solo cuando a través del resto del mundo ha deja de quererse, y es tan fácil ver a través del resto del mundo... dejarse llevar.
Uno se siente solo cuando en definitiva se encuentra jugando otro juego diferente al que juega el resto, cuando es la pieza que pertenece a otro puzle, cuando ha olvidado el sentido del por qué, cuando se ha cansado de jugar al juego que no es el suyo y no es el suyo porque le aburre. Uno se siente realmente solo cuando ha dejado de invocar al viento, porque sabe que nada del otro mundo puede ya aliviar el hartazgo de éste, porque sabe que su hogar pertenece al lugar donde nace el viento, porque no quiere ser más una pieza averiada de un mecanismo destinado al fracaso, porque todo lo que te tiene, lo único bueno y real que tiene, es imperceptible en este mundo.
Sin embargo, uno encuentra algo sagrado, peremne, inamovible en esta soledad, como si detrás esperase una verdad llena de todo.
Mientras tanto, me seguiré volviendo piedra, poco a poco...
El caballero torpe
El caballero torpe
Hablemos de héroes. De galantes caballeros con armaduras doradas.
De elegantes batallas por nobles causas, siempre dictadas por el dictador de turno. El Rey inteligente dictará las leyes, te indicará lo correcto y lo incorrecto, te enseñará a diferenciar entre lo que debes y no debes hacer, entre la gente a la que has de servir y la gente a la que has de doblegar. Te adulará cuando sirvas a su causa, causa que siempre le engrandece a él y te hará callar cuando encuentre en tus palabras un atisbo de pensamiento propio.
El Rey es el Rey, mientras tú te limites a ser su voz, su acción, su orden, todo a tu alrededor brillará como un tesoro.
Y pasa que un día un caballero, el más torpe y extraviado, sacando brillo a su armadura para tratar de no ofender al rey ve su propio reflejo en ella.
Por aquel entonces estaba terminantemente prohibido poseer espejos, eso era un privilegio reservado al Rey.
Observó su cuerpo, su torso, sus piernas, sus brazos y se sorprendió de aquella perspectiva, pero más se sorprendió al observar sus ojos.
Al principio pensó que eran los de un extraño, pero poco a poco terminó por recocerse en ellos. Después de contemplar una tristeza infinita agudizó más la vista, porque esa tristeza no podía encajar en él, el era un noble caballero luchando por un rey noble por una noble causa.
Entonces una pena infinita inundó su alma. SU ALMA!! , Acababa de descubrir otra parte de su ser que desconocía por completo.
Lloró como un niño hasta quedar exhausto y una vez se hubo tranquilizado volvió a mirarse en el reflejo de la armadura y esta vez, libró la peor de sus batallas hasta entonces.
Encontró su verdadera mirada, no era triste, tampoco era alegre, era firme.
Detrás de sus pupilas encontró al verdadero caballero que era.
No había torpeza en el, ni ignorancia. Su sola presencia intimidaba al mas valiente y aguerrido de todos los caballeros que había conocido, incluso a él mismo.
Cuando comprendió que aquellos ojos eran los suyos propios, que no estaba ante un extraño sino ante sí mismo se pidió perdón. Se pidió perdón mil veces.
Entendió de pronto todas las batallas absurdas que había librado en nombre de su señor. Todas las veces que se había traicionado por luchar por lo que creía justo y sobre todo entendió la raíz de su torpeza, aquella que le había acompañado durante toda su vida y le había dado el apodo del caballero torpe.
Aquellos ojos, que eran sencillamente los suyos, entendieron su dolor, su arrepentimiento, entendieron como llegó a donde estaba y por supuesto le perdonaron. Se perdonó.
Aquel torpe caballero jamás volvió a vestir su armadura, jamás volvió a servir a un rey ajeno.
Pasaron los años y aquel hombre, el caballero torpe, paseando entre la muchedumbre del mercado se cruzó con una persona, una persona que le miró a los ojos y durante un segundo, el tiempo que tardó en pasar a su lado, volvió a ver aquella mirada que le había soreprendido tiempo atrás en su vieja armadura. Su propia mirada en los ojos de otra persona!.
Pero esta... Esta es otra batalla que el caballero habrá de librar...
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