miércoles, 25 de abril de 2018

El caballero torpe


El caballero torpe
Hablemos de héroes. De galantes caballeros con armaduras doradas.
De elegantes batallas por nobles causas, siempre dictadas por el dictador de turno. El Rey inteligente dictará las leyes, te indicará lo correcto y lo incorrecto, te enseñará a diferenciar entre lo que debes y no debes hacer, entre la gente a la que has de servir y la gente a la que has de doblegar. Te adulará cuando sirvas a su causa, causa que siempre le engrandece a él y te hará callar cuando encuentre en tus palabras un atisbo de pensamiento propio.
El Rey es el Rey, mientras tú te limites a ser su voz, su acción, su orden, todo a tu alrededor brillará como un tesoro.
Y pasa que un día un caballero, el más torpe y extraviado, sacando brillo a su armadura para tratar de no ofender al rey ve su propio reflejo en ella.
Por aquel entonces estaba terminantemente prohibido poseer espejos, eso era un privilegio reservado al Rey.
Observó su cuerpo, su torso, sus piernas, sus brazos y se sorprendió de aquella perspectiva, pero más se sorprendió al observar sus ojos.
Al principio pensó que eran los de un extraño, pero poco a poco terminó por recocerse en ellos. Después de contemplar una tristeza infinita agudizó más la vista, porque esa tristeza no podía encajar en él, el era un noble caballero luchando por un rey noble por una noble causa.
Entonces una pena infinita inundó su alma. SU ALMA!! , Acababa de descubrir otra parte de su ser que desconocía por completo.
Lloró como un niño hasta quedar exhausto y una vez se hubo tranquilizado volvió a mirarse en el reflejo de la armadura y esta vez, libró la peor de sus batallas hasta entonces.
Encontró su verdadera mirada, no era triste, tampoco era alegre, era firme.
Detrás de sus pupilas encontró al verdadero caballero que era.
No había torpeza en el, ni ignorancia. Su sola presencia intimidaba al mas valiente y aguerrido de todos los caballeros que había conocido, incluso a él mismo.
Cuando comprendió que aquellos ojos eran los suyos propios, que no estaba ante un extraño sino ante sí mismo se pidió perdón. Se pidió perdón mil veces.
Entendió de pronto todas las batallas absurdas que había librado en nombre de su señor. Todas las veces que se había traicionado por luchar por lo que creía justo y sobre todo entendió la raíz de su torpeza, aquella que le había acompañado durante toda su vida y le había dado el apodo del caballero torpe.
Aquellos ojos, que eran sencillamente los suyos, entendieron su dolor, su arrepentimiento, entendieron como llegó a donde estaba y por supuesto le perdonaron. Se perdonó.
Aquel torpe caballero jamás volvió a vestir su armadura, jamás volvió a servir a un rey ajeno.
Pasaron los años y aquel hombre, el caballero torpe, paseando entre la muchedumbre del mercado se cruzó con una persona, una persona que le miró a los ojos y durante un segundo, el tiempo que tardó en pasar a su lado, volvió a ver aquella mirada que le había soreprendido tiempo atrás en su vieja armadura. Su propia mirada en los ojos de otra persona!.
Pero esta... Esta es otra batalla que el caballero habrá de librar...

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